sábado, 14 de julio de 2012

Segregacionismo Bilingüe, una nueva forma de Apartheid


Todas las fuerzas políticas españolas abogan por la implantación de una educación bilingüe, entendida ésta como una educación en la que se haga extensivo el uso del inglés en las materias no lingüísticas como pueden ser las Ciencias Sociales, las Ciencias Naturales, las Matemáticas, la Música o la Educación Física; con el objetivo de lograr que al concluir la Educación Obligatoria el alumnado posea un nivel fluido y adecuado tanto en español como en inglés. Este sistema vendría complementado con el estudio de una segunda lengua extranjera, generalmente el francés, y de esta forma se cumpliría la recomendación europea de que todo ciudadano de la Unión al concluir sus estudios obligatorios sea capaz de dominar además de la propia dos lenguas europeas. Una recomendación que dicho sea de paso, en raros casos se cumple a lo largo y ancho del continente.

En las Comunidades Autónomas con lengua cooficial, la situación se complica pudiéndose hablar de una educación trilingüe de la que existen muchos modelos con diversos resultados que no nos detendremos ahora a analizar pues no es este el objetivo de este ensayo. Nos centraremos por tanto en aquellas comunidades castellanoparlantes y que se han embarcado en el carro del bilingüismo, como lo hicieran antes con las famosas tecnologías de la información y de la comunicación, que se tradujo en repartirle ordenadores a los niños a diestro y siniestro, sin que existiera mucha reflexión sobre el tema. Pues bien, algo similar está sucediendo con el bilingüismo, pero con consecuencias socioeducativas más peligrosas.

Por falta de medios económicos y humanos (profesores cualificados) la participación en los planes bilingües lejos de convertirse en una medida generalizada y ordenada para todos los centros públicos comenzó siendo una especie de “experimento innovador” en el que se iban seleccionando unos cuantos centros educativos al azar para “como quien no quiere la cosa” ir introduciendo aquí y allá materias que deberían ser impartidas en los dos idiomas, sin tener en cuenta el desconcierto que dichas medidas pudieran generar. Pero el asunto aún es más grave pues la participación en estos programas bilingües que todos los políticos se han apresurado a vender a bombo y platillo como un gran éxito del conjunto de la sociedad para la educación de nuestros ciudadanos, no afectaba a todos los grupos del centro, sino a solo uno o dos grupos, de manera que dentro de un mismo centro, el alumnado quedaba dividido entre “bilingües” y “no bilingües”, y la participación o no dentro del programa tampoco se realizaba mediante criterios lógicos u objetivos, sino por el tradicional y típicamente español sistema del sorteo o bombo de la lotería. Algo que algunos padres comenzaron a llamar el “Cuponazo Bilingüe”. Este sistema maravilloso del que los españoles somos tan amantes ha dado lugar a anomalías tales como que dentro del programa bilingüe estudiaran alumnos de padres ingleses cuya lengua materna era el inglés, o que existiendo una demanda de hasta diez peticiones por plaza, se permitiera que un alumno pudiera repetir curso dentro del programa a sabiendas de que no había aprovechado el programa.

La mayoría de los padres esperando darle una mejor educación a sus hijos deseaban que sus hijos participaran dentro del bilingüismo, aunque al principio otros muchos se mostraban temerosos de que ese esfuerzo extra se tradujera en una disminución en las notas o diera lugar a problemas académicos, dificultades de comprensión, etc, unos miedos que rápidamente quedaron enterrados.

La primera conclusión que salió de la implantación de estos programas era que se producía una segregación entre alumnos buenos bilingües y alumnos con dificultades de aprendizaje, disruptivos, y problemas de disciplina no-bilingües. Los padres más preocupados por la educación de sus hijos y que por tanto obtenían mejores resultados académicos se concentraron dentro de los grupos bilingües y el resto dentro de los no-bilingües. Las consecuencias socioeducativas no tardaron en hacerse evidentes. Grupos de alumnos modélicos que obtenían resultados maravillosos y por otro lado “jaulas en las que era imposible recibir o impartir clase”.

Los propios alumnos no tardaron en darse cuenta de esta nueva realidad y son plenamente conscientes de este hecho de manera que afecta a su propia sociabilización, generándose una especie de sentimiento de superioridad entre los alumnos bilingües, considerados los “empollones” y una identidad de “malotes” o “gamberros”, “folloneros” o “discapacitados” entre los no-bilingües.

Esta división fue alimentada además entre el profesorado quien de forma consciente o inconscientemente animaba a los alumnos buenos de los grupos no bilingües con frases como
“¿Y tú qué haces aquí? ¿Por qué no te pasas al bilingüe?” O amenazas como “Si no mejoras el año que viene te pasaremos a un grupo no-bilingüe”, o afirmaciones aparentemente inocentes como la de “Su hijo no tiene perfil bilingüe”. Como si el bilingüismo fuera una especie de nimbo o aura maravillosa con la que se nace y que diferencia a los aristoi, los mejores, del resto de los pobres mortales condenados a sobrevivir en la jungla de los repetidores, los inmigrantes, los violentos y los discapacitados con adaptaciones hasta en el recreo.

¿Dónde quedaba el espíritu de la integración social que está en nuestras leyes? Nos estábamos deslizando lenta e inexorablemente en una suerte de doble sistema educativo en el que se separaba a las élites del resto en función de un mal entendido bilingüismo. Un nuevo Apartheid se estaba gestando desde dentro sin que nadie pareciera inmutarse.

En los trabajos realizados en tutoría mediante la realización de redacciones por parte del alumnado acerca de su percepción sobre el centro, su clase, etc, se puede constatar cómo los alumnos se refieren al grupo "No bilingüe" literalmente como el Curso del Terror” o el Curso de la Desesperación”, según afirmaciones de los propios alumnos “en el no bilingüe la gente huele mal, apesta y no se lava”, o donde Se lía la de Dios”. Otras afirmaciones interesantes serían las de lo único que pido a todos los dioses de todas las religiones es no caer en el curso no bilingüe”. Se constatan conductas de desprecio o agresión entre alumnos bilingües y no-bilingües que se sientan separados en las pocas materias que tienen en común o en las horas de tutoría, además de aumentar los casos de discriminación interna dentro de ambos grupos, entre los bilingües se ataca a aquellos que teóricamente no tienen el nivel suficiente como para estar allí, y entre los no-bilingües se ataca sistemáticamente a aquellos que intentan estudiar o aprovechar las clases.

La enfermedad se había extendido entre el profesorado entre los que comenzaron a aparecer diferentes posturas según la propia situación profesional:

-Profesores de areas lingüísticas ajenos al programa bilingüe en si mismo pero contrarios a la segregación pues padecían la polarización entre grupos bilingües y no-bilingües. Los grupos bilingües eran la joya a la que todos aspiraban y los no-bilingües la pesadilla del que elegía el último. Esto daba pie a guerras por el reparto en el departamento de lengua castellana, inglés y francés.

-Profesores bilingües: una selecta minoría fuertemente dividida entre los partidarios de una implantación y generalización del bilingüismo para todos los centros, los grupos y niveles, (generalmente los profesores bilingües interinos); y por otro lado los funcionarios de carrera bilingües que conscientes de su estatus de privilegio y queriendo reservarse siempre los grupos modélicos desean profundizar aún más en esta segregación, y se muestran partidarios de que no puedan participar en el programa bilingüe alumnos que tengan cualquier tipo de adaptación, dificultad o problema, asegurándose que solo los mejores puedan ser bilingües para asegurarse grupos maravillosos que no les den problemas.

-Profesores no-bilingües: divididos entre los que detestan el programa y abogan por su completa desaparición, debido a que ven en ello un peligro para la estabilidad y la continuidad en sus respectivos puestos de trabajo al no estar cualificados para lo que ellos definen como “la nueva moda educativa”. Y los que siendo conscientes de que es imposible detener el signo de los tiempos abogan por el mantenimiento y la rotación de alumnos en las distintas asignaturas que un año serían bilingües y otro no, para asegurarse de ese modo su estabilidad en los centros. La ley dice que los grupos bilingües deben recibir un porcentaje de materias no lingüísticas dentro del bilingüismo pero no establece que siempre tengan que ser las mismas ni dice cuales, de manera que un alumno puede tener bilingües en primero las materias de matemáticas y música, en segundo sociales y naturales, y en tercero plástica y educación física, siendo esto completamente legal y permitiendo una gran flexibilidad y rotación para los centros y el profesorado.

Pero ¿Cómo funciona el programa bilingüe, en qué consiste en realidad? ¿Se trata de darles la materia íntegramente en inglés?

"Educación Bilingüe" significa “educar en dos lenguas” y en ningún momento "Educación monolingüe en Inglés". La ley establece que el alumnado tiene derecho en todo momento a responder tanto oral como por escrito en español, y que los exámenes deben estar también en español, el profesor debe evaluar la adquisición de los objetivos de su materia y no los usos lingüísticos de los alumnos, pudiendo como mucho premiar el uso adecuado del inglés, pero nunca penalizar por un mal uso o la ausencia del mismo. El uso del inglés debe ser premiado pero en ningún caso es obligatorio. Los profesores de las áreas no lingüísticas no son profesores de inglés, repetimos: un mal uso del inglés nunca podía penalizar o bajar la nota de nuestros alumnos. De lo que se trata es de potenciar y animar al alumnado a mejorar su inglés por parte de todas las materias, mediante el uso verbal y escrito de dicha lengua, el uso de diversos materiales, etc.

¿Qué resultados ha producido el bilingüismo hasta ahora?

Los resultados de los alumnos bilingües son claramente superiores que el de los alumnos no-bilingües pero sospechamos que no tanto por el hecho de recibir la enseñanza de un número de determinadas materias en inglés, sino más bien por la terrible segregación que se ha ido realizando. No obstante si nos ceñimos a los criterios lingüisticos se constata una mejora progresiva y un perfeccionamiento y dominio del inglés muy superior entre los alumnos bilingües con respecto a aquellos grupos que aún no siendo bilingües obtienen igualmente buenos resultados académicos.

El programa bilingüe, a pesar de su tortuosa e inadecuada implantación inicial tiende a extenderse y generalizarse lo que está encontrando la fuerte oposición por parte del profesorado no-bilingüe que ve como se le estrecha el cerco, y por parte de algunos profesores bilingües que quieren mantener un estatus de privilegio creado artificialmente en los últimos años. Los argumentos falaces que han encontrado para mantener este Apartheid lingüístico se fundamentan principalmente en la imposibilidad de dar una educación bilingüe a unos alumnos que no tengan el nivel o como ellos prefieren decir “que no den el perfil”.

En este sentido lo más científico sería analizar cómo han evolucionado aquellos alumnos bilingües que abandonaron el programa para introducirse en un grupo no-bilingüe en el que teóricamente se desenvolverían mejor, y qué resultados han logrado aquellos alumnos no-bilingües que a mediados de curso lograron por azar ocupar una plaza dentro del grupo bilingüe donde teóricamente encontrarían graves dificultades para seguir el ritmo al “no dar el perfil”. Pues bien he aquí los resultados de este análisis:

Todos los alumnos no-bilingües a los que se les dio la oportunidad de participar en el programa bilingüe se adaptan sin problemas, mantienen e incluso mejoran considerablemente sus notas, mientras que los casos de alumnos que deciden abandonar el programa bilingüe empeoran sus calificaciones, y suspenden tantas materias que han de repetir curso en la mayoría de los casos.

Un primer análisis de estos datos nos mostrarían que el paso desde el programa bilingüe hacia la línea no bilingüe a priori más fácil no produce una mejora en los resultados académicos de aquellos alumnos bilingües que achacaban sus dificultades a un nivel teóricamente más elevado del bilingüismo, sino todo lo contrario, dichos resultados empeoran. Mientras que los supuestos problemas de adaptación que el alumno no bilingüe podría encontrar para integrarse al ritmo y al nivel del grupo bilingüe no son tales, y en todos los casos se adaptan sin problemas mejorando además sus notas.

Esta dicotomía entre alumnos bilingües y no bilingües ha demostrado ser especialmente perniciosa y nociva para el alumnado dándose casos particulares en los que algunos alumnos con un nivel medio-bajo que podrían haber obtenido mejores resultados han arrojado la toalla al sentirse completamente aislados dentro de un contexto desmotivante en el que lo normal es obtener peores resultados y donde el ambiente de convivencia sea peor ya que se pertenece al grupo “malo”.

Afortunadamente se espera que dicha situación desaparezca en el futuro con la ampliación del programa bilingüe a todos los cursos lográndose unos grupos más integrados y equilibrados poniendo fin a una segregación discriminatoria e injusta en la que no todos los alumnos tienen las mismas oportunidades y en la que su vida académica depende en muchos casos de un sorteo que afectará al resto de su vida, dado que el número de plazas bilingües son limitadas.

En cualquier caso y aunque al hacerse extensivo el programa bilingüe aparezcan más dificultades en la práctica docente no se puede en ningún caso defender el Apartheid segregacionista, pues un pilar básico de nuestro sistema educativo se fundamenta en la integración de todos los los alumnos buscando la mayor equidad posible. Incluso en el caso de ser partidarios de una educación elitista contraria al espíritu de la legislación vigente, teniendo en cuenta que el número de plazas bilingües son limitadas. ¿Qué sucedería con aquellos alumnos que aún teniendo un expediente académico brillante no tienen plaza dentro de un grupo bilingüe? ¿Se los arroja al vacío de los abismos de Helm? Los partidarios del segregacionismo se escudan en que resulta inviable impartir unas clases bilingües a unos alumnos que no alcanzan un nivel determinado, una vez más esta idea choca con el espíritu de la legislación vigente que se basa en la Educación a la Diversidad y la atención personalizada, ¿Para qué existen entonces las adaptaciones curriculares? En estos casos la adaptación más obvia para aquellos que tengan problemas en alcanzar los objetivos sería obviar en estos casos el inglés y centrarse en los contenidos en español, pero ya no se privaría a nadie de la oportunidad de aprovechar una educación bilingüe. Habrá quien la aprovechará y habrá quien no pero todos recibirán la oportunidad.

La forma de implantar las reformas educativas han vuelto a ocasionar innumerables perjuicios a nuestros alumnos. Los pioneros del bilingüismo se encontraron con una ausencia total de materiales, grandes vacíos legales, carencias organizativas y muchas preguntas sin respuesta, ahora que el bilingüismo parece que es una bandera de todas las ideologías políticas y que está condenado a avanzar pese a los recortes se han de superar escollos que han aparecido por la mala organización e implantación de estas reformas como la segregación de grupos, pero sin duda, lo más urgente es lograr un verdadero cuerpo de profesores funcionarios de carrera bilingües de todas las áreas no lingüísticas, para lo que sería necesario abrir un proceso excepcional de asimilación de todo el profesorado interino bilingüe para dar estabilidad al programa, y como dicha medida resulta aún insuficiente, sería necesario establecer procesos selectivos diferenciados en futuras oposiciones para profesores bilingües y profesores no-bilingües pues el sistema educativo requiere de unos profesores que tengan unas características concretas, y si necesita a diez profesores de biología bilingües no puede cubrir esas carencias con profesores que no lo sean. Si una persona necesita ingerir mucha verdura debe ir a un restaurante vegetariano y no sentarse en el primer bar a esperar a ver lo que le ofrecen en la carta.

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