Todas las
fuerzas políticas españolas abogan por la implantación de una
educación bilingüe, entendida ésta como una educación en la que se
haga extensivo el uso del inglés en las materias no lingüísticas
como pueden ser las Ciencias Sociales, las Ciencias Naturales, las
Matemáticas, la Música o la Educación Física; con el objetivo de
lograr que al concluir la Educación Obligatoria el alumnado posea un
nivel fluido y adecuado tanto en español como en inglés. Este
sistema vendría complementado con el estudio de una segunda lengua
extranjera, generalmente el francés, y de esta forma se cumpliría
la recomendación europea de que todo ciudadano de la Unión al
concluir sus estudios obligatorios sea capaz de dominar además de la
propia dos lenguas europeas. Una recomendación que dicho sea de paso, en raros casos se
cumple a lo largo y ancho del continente.
En las
Comunidades Autónomas con lengua cooficial, la situación se
complica pudiéndose hablar de una educación trilingüe de la que
existen muchos modelos con diversos resultados que no nos detendremos
ahora a analizar pues no es este el objetivo de este ensayo. Nos
centraremos por tanto en aquellas comunidades castellanoparlantes y
que se han embarcado en el carro del bilingüismo, como lo hicieran
antes con las famosas tecnologías de la información y de la
comunicación, que se tradujo en repartirle ordenadores a los niños a diestro y siniestro,
sin que existiera mucha reflexión sobre el tema. Pues bien, algo
similar está sucediendo con el bilingüismo, pero con consecuencias socioeducativas más
peligrosas.
Por falta de
medios económicos y humanos (profesores cualificados) la
participación en los planes bilingües lejos de convertirse en una
medida generalizada y ordenada para todos los centros públicos
comenzó siendo una especie de “experimento innovador” en el que
se iban seleccionando unos cuantos centros educativos al azar para
“como quien no quiere la cosa” ir introduciendo aquí y allá
materias que deberían ser impartidas en los dos idiomas, sin tener
en cuenta el desconcierto que dichas medidas pudieran generar. Pero
el asunto aún es más grave pues la participación en estos
programas bilingües que todos los políticos se han apresurado a
vender a bombo y platillo como un gran éxito del conjunto de la
sociedad para la educación de nuestros ciudadanos, no afectaba a
todos los grupos del centro, sino a solo uno o dos grupos, de manera
que dentro de un mismo centro, el alumnado quedaba dividido entre
“bilingües” y “no bilingües”, y la participación o no
dentro del programa tampoco se realizaba mediante criterios lógicos
u objetivos, sino por el tradicional y típicamente español sistema
del sorteo o bombo de la lotería.
Algo que algunos padres comenzaron a llamar el “Cuponazo
Bilingüe”.
Este sistema maravilloso del que los españoles somos tan amantes ha
dado lugar a anomalías tales como que dentro del programa bilingüe
estudiaran alumnos de padres ingleses cuya lengua materna era el
inglés, o que existiendo una demanda de hasta diez peticiones por
plaza, se permitiera que un alumno pudiera repetir curso dentro del
programa a sabiendas de que no había aprovechado el programa.
La
mayoría de los padres esperando darle una mejor educación a sus
hijos deseaban que sus hijos participaran dentro del bilingüismo,
aunque al principio otros muchos se mostraban temerosos de que ese
esfuerzo extra se tradujera en una disminución en las notas o diera
lugar a problemas académicos, dificultades de comprensión, etc,
unos miedos que rápidamente quedaron enterrados.
La primera conclusión que salió de la implantación de estos programas era que se producía una segregación entre alumnos buenos bilingües y alumnos con dificultades de aprendizaje, disruptivos, y problemas de disciplina no-bilingües. Los padres más preocupados por la educación de sus hijos y que por tanto obtenían mejores resultados académicos se concentraron dentro de los grupos bilingües y el resto dentro de los no-bilingües. Las consecuencias socioeducativas no tardaron en hacerse evidentes. Grupos de alumnos modélicos que obtenían resultados maravillosos y por otro lado “jaulas en las que era imposible recibir o impartir clase”.
Los propios
alumnos no tardaron en darse cuenta de esta nueva realidad y son
plenamente conscientes de este hecho de manera que afecta a su propia
sociabilización, generándose una especie de sentimiento de
superioridad entre los alumnos bilingües, considerados los
“empollones” y una identidad de “malotes” o “gamberros”,
“folloneros” o “discapacitados” entre los no-bilingües.
Esta división fue alimentada además entre el profesorado quien de forma consciente o inconscientemente animaba a los alumnos buenos de los grupos no bilingües con frases como “¿Y tú qué haces aquí? ¿Por qué no te pasas al bilingüe?” O amenazas como “Si no mejoras el año que viene te pasaremos a un grupo no-bilingüe”, o afirmaciones aparentemente inocentes como la de “Su hijo no tiene perfil bilingüe”. Como si el bilingüismo fuera una especie de nimbo o aura maravillosa con la que se nace y que diferencia a los aristoi, los mejores, del resto de los pobres mortales condenados a sobrevivir en la jungla de los repetidores, los inmigrantes, los violentos y los discapacitados con adaptaciones hasta en el recreo.
Esta división fue alimentada además entre el profesorado quien de forma consciente o inconscientemente animaba a los alumnos buenos de los grupos no bilingües con frases como “¿Y tú qué haces aquí? ¿Por qué no te pasas al bilingüe?” O amenazas como “Si no mejoras el año que viene te pasaremos a un grupo no-bilingüe”, o afirmaciones aparentemente inocentes como la de “Su hijo no tiene perfil bilingüe”. Como si el bilingüismo fuera una especie de nimbo o aura maravillosa con la que se nace y que diferencia a los aristoi, los mejores, del resto de los pobres mortales condenados a sobrevivir en la jungla de los repetidores, los inmigrantes, los violentos y los discapacitados con adaptaciones hasta en el recreo.
¿Dónde
quedaba el espíritu de la integración social que está en nuestras
leyes? Nos estábamos deslizando lenta e inexorablemente en una
suerte de doble sistema educativo en el que se separaba a las élites
del resto en función de un mal entendido bilingüismo. Un nuevo
Apartheid se estaba gestando desde dentro sin que nadie pareciera
inmutarse.
En los trabajos
realizados en tutoría mediante la realización de redacciones por
parte del alumnado acerca de su percepción sobre el centro, su
clase, etc, se puede constatar cómo los alumnos se refieren al grupo
"No bilingüe" literalmente como el “Curso
del Terror” o el “Curso
de la Desesperación”, según afirmaciones
de los propios alumnos “en el no bilingüe
la gente huele mal, apesta y no se lava”, o
donde “Se lía la de Dios”.
Otras afirmaciones interesantes serían las de “lo
único que pido a todos los dioses de todas las religiones es no caer
en el curso no bilingüe”.
Se constatan conductas de desprecio o agresión entre alumnos
bilingües y no-bilingües que se sientan separados en las pocas
materias que tienen en común o en las horas de tutoría, además de
aumentar los casos de discriminación interna dentro de ambos grupos,
entre los bilingües se ataca a aquellos que teóricamente no tienen
el nivel suficiente como para estar allí, y entre los no-bilingües
se ataca sistemáticamente a aquellos que intentan estudiar o
aprovechar las clases.
La
enfermedad se había extendido entre el profesorado entre los que
comenzaron a aparecer diferentes posturas según la propia situación profesional:
-Profesores
de areas lingüísticas
ajenos al programa bilingüe en si mismo pero contrarios a la
segregación pues padecían la polarización entre grupos bilingües
y no-bilingües. Los grupos bilingües eran la joya a la que todos
aspiraban y los no-bilingües la pesadilla del que elegía el último. Esto daba pie a guerras por el reparto en el departamento de lengua castellana, inglés y francés.
-Profesores
bilingües: una
selecta minoría fuertemente dividida entre los partidarios de una
implantación y generalización del bilingüismo para todos los
centros, los grupos y niveles, (generalmente los profesores bilingües
interinos); y por otro lado los funcionarios de carrera bilingües que conscientes de su estatus de privilegio y
queriendo reservarse siempre los grupos modélicos desean profundizar
aún más en esta segregación, y se muestran partidarios de que no
puedan participar en el programa bilingüe alumnos que tengan
cualquier tipo de adaptación, dificultad o problema, asegurándose
que solo los mejores puedan ser bilingües para asegurarse grupos
maravillosos que no les den problemas.
-Profesores
no-bilingües:
divididos entre los que detestan el programa y abogan por su completa
desaparición, debido a que ven en ello un peligro para la
estabilidad y la continuidad en sus respectivos puestos de trabajo al
no estar cualificados para lo que ellos definen como “la nueva moda
educativa”. Y los que siendo conscientes de que es imposible
detener el signo de los tiempos abogan por el mantenimiento y la
rotación de alumnos en las distintas asignaturas que un año serían
bilingües y otro no, para asegurarse de ese modo su estabilidad en
los centros. La ley dice que los grupos bilingües deben recibir un
porcentaje de materias no lingüísticas dentro del bilingüismo pero
no establece que siempre tengan que ser las mismas ni dice cuales, de
manera que un alumno puede tener bilingües en primero las materias
de matemáticas y música, en segundo sociales y naturales, y en
tercero plástica y educación física, siendo esto completamente
legal y permitiendo una gran flexibilidad y rotación para los
centros y el profesorado.
Pero
¿Cómo
funciona el programa bilingüe, en qué consiste en realidad? ¿Se
trata de darles la materia íntegramente en inglés?
"Educación
Bilingüe" significa “educar en dos lenguas” y en ningún
momento "Educación monolingüe en Inglés". La ley
establece que el alumnado tiene derecho en todo momento a responder
tanto oral como por escrito en español, y que los exámenes deben
estar también en español, el profesor debe evaluar la adquisición
de los objetivos de su materia y no los usos lingüísticos de los
alumnos, pudiendo como mucho premiar el uso adecuado del inglés,
pero nunca penalizar por un mal uso o la ausencia del mismo. El uso
del inglés debe ser premiado pero en ningún caso es obligatorio.
Los profesores de las áreas no lingüísticas no son profesores de
inglés, repetimos: un mal uso del inglés nunca podía penalizar o
bajar la nota de nuestros alumnos. De lo que se trata es de potenciar
y animar al alumnado a mejorar su inglés por parte de todas las
materias, mediante el uso verbal y escrito de dicha lengua, el uso de
diversos materiales, etc.
¿Qué
resultados ha producido el bilingüismo hasta ahora?
Los
resultados de los alumnos bilingües son claramente superiores que el
de los alumnos no-bilingües pero sospechamos que no tanto por el
hecho de recibir la enseñanza de un número de determinadas materias
en inglés, sino más bien por la terrible segregación que se ha ido
realizando. No obstante si nos ceñimos a los criterios lingüisticos
se constata una mejora progresiva y un perfeccionamiento y dominio
del inglés muy superior entre los alumnos bilingües con
respecto a aquellos grupos que aún no siendo bilingües obtienen
igualmente buenos resultados académicos.
El
programa bilingüe, a pesar de su tortuosa e inadecuada implantación
inicial tiende a extenderse y generalizarse lo que está encontrando
la fuerte oposición por parte del profesorado no-bilingüe que ve
como se le estrecha el cerco, y por parte de algunos profesores
bilingües que quieren mantener un estatus de privilegio creado
artificialmente en los últimos años. Los argumentos falaces que han
encontrado para mantener este Apartheid lingüístico se fundamentan
principalmente en la imposibilidad de dar una educación bilingüe a
unos alumnos que no tengan el nivel o como ellos prefieren decir “que
no den el perfil”.
En este sentido lo más científico sería analizar cómo
han evolucionado aquellos alumnos bilingües que abandonaron el
programa para introducirse en un grupo no-bilingüe en el que
teóricamente se desenvolverían mejor, y qué resultados han logrado
aquellos alumnos no-bilingües que a mediados de curso lograron por
azar ocupar una plaza dentro del grupo bilingüe donde teóricamente
encontrarían graves dificultades para seguir el ritmo al “no dar
el perfil”. Pues bien he aquí los resultados de este análisis:
Todos
los alumnos no-bilingües a los que se les dio la oportunidad de
participar en el programa bilingüe se adaptan sin
problemas, mantienen e incluso mejoran considerablemente sus notas,
mientras que los casos de alumnos
que deciden abandonar el programa bilingüe
empeoran sus calificaciones, y suspenden tantas materias que han
de repetir curso en
la mayoría de los casos.
Un primer análisis de estos datos nos mostrarían que
el paso desde el programa bilingüe hacia la línea no bilingüe a
priori más fácil no produce una mejora en los resultados académicos
de aquellos alumnos bilingües que achacaban sus dificultades a un
nivel teóricamente más elevado del bilingüismo, sino todo lo
contrario, dichos resultados empeoran. Mientras que los supuestos
problemas de adaptación que el alumno no bilingüe podría encontrar
para integrarse al ritmo y al nivel del grupo bilingüe no son tales,
y en todos los casos se adaptan sin problemas mejorando además sus
notas.
Esta dicotomía entre alumnos bilingües y no bilingües
ha demostrado ser especialmente perniciosa y nociva para el alumnado
dándose casos particulares en los que algunos alumnos con un nivel
medio-bajo que podrían haber obtenido mejores resultados han
arrojado la toalla al sentirse completamente aislados dentro de un
contexto desmotivante en el que lo normal es obtener peores
resultados y donde el ambiente de convivencia sea peor ya que se
pertenece al grupo “malo”.
Afortunadamente
se espera que dicha situación desaparezca en el futuro con la
ampliación del programa bilingüe a todos los cursos lográndose
unos grupos más integrados y equilibrados poniendo fin a una
segregación discriminatoria e injusta en la que no todos los alumnos
tienen las mismas oportunidades y en la que su vida académica
depende en muchos casos de un sorteo que afectará al resto de su
vida, dado que el número de plazas bilingües son limitadas.
En
cualquier caso y aunque al hacerse extensivo el programa bilingüe
aparezcan más dificultades en la práctica docente no se puede en
ningún caso defender el Apartheid segregacionista, pues un pilar
básico de nuestro sistema educativo se fundamenta en la integración
de todos los los alumnos buscando la mayor equidad posible. Incluso
en el caso de ser partidarios de una educación elitista contraria al
espíritu de la legislación vigente, teniendo en cuenta que el
número de plazas bilingües son limitadas. ¿Qué sucedería con
aquellos alumnos que aún teniendo un expediente académico brillante
no tienen plaza dentro de un grupo bilingüe? ¿Se los arroja al
vacío de los abismos de Helm? Los partidarios del segregacionismo se
escudan en que resulta inviable impartir unas clases bilingües a
unos alumnos que no alcanzan un nivel determinado, una vez más esta
idea choca con el espíritu de la legislación vigente que se basa en
la Educación a la Diversidad y la atención personalizada, ¿Para
qué existen entonces las adaptaciones curriculares? En estos casos
la adaptación más obvia para aquellos que tengan problemas en
alcanzar los objetivos sería obviar en estos casos el inglés y
centrarse en los contenidos en español, pero ya no se privaría a
nadie de la oportunidad de aprovechar una educación bilingüe. Habrá
quien la aprovechará y habrá quien no pero todos recibirán la
oportunidad.
La
forma de implantar las reformas educativas han vuelto a ocasionar
innumerables perjuicios a nuestros alumnos. Los pioneros del
bilingüismo se encontraron con una ausencia total de materiales,
grandes vacíos legales, carencias organizativas y muchas preguntas
sin respuesta, ahora que el bilingüismo parece que es una bandera de
todas las ideologías políticas y que está condenado a avanzar pese a los recortes se
han de superar escollos que han aparecido por la mala organización e
implantación de estas reformas como la segregación de grupos, pero
sin duda, lo más urgente es lograr un verdadero cuerpo de profesores
funcionarios de carrera bilingües de todas las áreas no
lingüísticas, para lo que sería necesario abrir
un proceso excepcional de asimilación de todo el profesorado
interino bilingüe para
dar estabilidad al programa, y como dicha medida resulta aún
insuficiente, sería necesario establecer
procesos selectivos diferenciados
en futuras oposiciones para profesores
bilingües y profesores
no-bilingües pues el
sistema educativo requiere de unos profesores que tengan unas
características concretas, y si necesita a diez profesores de
biología bilingües no puede cubrir esas carencias con profesores
que no lo sean. Si una persona necesita ingerir mucha verdura debe ir
a un restaurante vegetariano y no sentarse en el primer bar a esperar
a ver lo que le ofrecen en la carta.
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